Prométeme que serás delfín de Amelia Noguera

Llegué
a Prométeme que serás delfín de Amelia Noguera a través, primero de la
lectura de la reseña de Pedro del blog El Buhó entre libros, y más tarde mediante unalectura conjunta que el mismo
Pedro organizó en su blog.

Leer
la novela de Amelia ha sido difícil para mí en muchos momentos, ya que trata
temas educativos que me tocan muy de cerca y lo hace sin tapujos, de forma
desgarradora, con el corazón en la mano. Tengo que suponer que Amelia ha vivido
el caso que nos presenta en primera persona y que sabe bien de lo que habla,
pero como digo, al verlo desde mi prisma experimental, pienso que o se ha
llevado demasiado al límite de la ficción o la injusticia y los educadores que
se encontraron en su camino son de los que hacen daño de verdad a la Educación
y tienen que ser erradicados de inmediato.

Prométeme que
serás delfín
es una extraña novela negra, ya que en muchos momentos es gris al convertirse
en una crítica de principio a fin sobre el sistema Educativo, el sistema
Sanitario, el gobierno, los recortes…es en definitiva una novela arriesgada; es
como las letras de los cantautores de los ochenta: una novela protesta, una
novela enrabietada, una vivencia infernal y que llega a perder el norte de lo
negro por lo crítico.

Me
hubiera gustado más disfrutar de la investigación, de los críos que la llevan a
cabo y no tanto del padecer del Trastorno de déficit de atención con
hiperactividad (TDAH) que sufre una de las protagonistas y que centra la mayor
parte de la novela y esa rabia que demuestra la autora por los Educadores poco
profesionales.

Es
bonita la metáfora del título y que intenta compensar la maldad de la maestra
que será asesinada en la novela:

«Tenéis que ser delfines: inquietos,
creativos, inconformistas, valientes. Ahí está la solución para esta sociedad
egoísta.»

Cuántos
delfines ocultos existen en nuestras clases, y que difícil que salgan a la luz
con una educación basada en los conocimientos y no en las capacidades. Todavía
queda mucho por recorrer, pero creo que el camino se está haciendo y que
nuestras aulas se están poblando de niños y niñas delfines, de profesores y
maestros delfines, personas que tienen que poner su granito de arena para que
el mundo en que vivimos cambie.

Está
claro que la parte metafórica es la que más me ha gustado de la novela, pero
existen algunos claroscuros como lector. Ese intento por compensar el mal con
el bien, y digo intento porque para mí no lo consigue. El mal es tanto, se
llega tan lejos en lo que se hace (y lo digo desde mi experiencia) que es casi imposible
poderlo compensar y de ahí que haya sufrido pensando que existen o pueden
existir educadores así. He convivido con alumnos con TDAH y creo que han sido
tratados y llevados por el departamento de psicopedagogía del centro con exquisitez
(como todos los niños); de ahí que me frotara continuamente los ojos al leer
según que vivencias.

Una
novela que para mí va de más a menos, o quizás, y vuelvo a insistir, mi lastre
era tanto que así lo he vivido. Con un comienzo interesante donde esperas las
investigaciones, el porqué, el cómo, y que poco a poco se van difuminando con
la dura historia de Sofía y su TDAH.

En
definitiva, esperaba mucho más de su lectura, que fuera algo más negra y menos
canción protesta, pero una cosa es lo que yo esperaba y otra lo que la novela
aporta que es mucho al denunciar las injusticias que señala y haciéndolo de
forma amena.

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