Corría el mes de septiembre cuando cayó en
mis manos la novela de David Foenkinos,
La delicadeza y tengo que decir que
en esos momentos me encantó poder leer una novela fuera un poco de lo que venía
leyendo. Fue como un aire fresco que renovó mis ganas de leer. Ya por aquel
entonces, mientras preparaba la reseña, pude comprobar que se estaba trabajando
en una adaptación cinematográfica que el propio autor y su hermano Stéphane Foenkinos realizarían.

Tenía claro que cuando se estrenara la iría a
ver. Y así ha sido.

En el libro se podía palpar esa delicadeza en
sus páginas y tenía curiosidad por ver como lo lograrían en la gran pantalla,
pues consideré que no sería una tarea fácil. Pero creo que lo han conseguido,
sobre todo gracias a la actuación de François
Damiens (Markus)
. El personaje está muy acertado y que los directores saben
sacarle el máximo partido a una peculiar fisonomía (como lo era en el libro).
Además sus expresiones faciales están logradas, así como su forma de andar o vestir,
dándole un halo de convencional y nada especial. Además los directores proponen
una cierta complicidad entre el espectador y el personaje consiguiendo que uno
se encariñe de él. En un momento de la película le dice Audrey Tautou (Nathalie)
a Markus: «deja de hacerte el sueco depresivo». Ese podríamos decir que es el
inicio de su historia.

Cuando leía la novela tenía claro que el
personaje de Nathalie no podría ser
para otra que no fuera Audrey Tautou,
y viendo la película me reafirmo en esa elección. Borda el papel y tiene
momentos muy intensos como el momento en que decide borrar el teléfono móvil de
su marido. Fijaros en las dos lágrimas que le saltan. A mi me dejó helado.

Había leído alguna crítica de su pre-estreno
para la prensa donde se decía que no existía química entre los dos actores
principales. Yo creo que sí que existe, lo que pasa o se puede percibir es que Markus es muy sueco y en algunos
momentos puede dejar helado al espectador, pero casi siempre, cuando sucede
eso, te roba una sonrisa.

Os tengo que decir que la primera imagen de Markus me impactó, como le pudo impactar
a Charles, el jefe de Nathalie (divertida
la escena donde llama a Markus al
despacho para conocerlo), pero a medida que pasa la película, cada vez lo
encuentras más interesante, o como dice el mismo Markus a Nathalie: «a tu
lado soy capaz de ser mi mejor versión. Sacas lo mejor de mí. »

La película es bastante fiel a la novela,
aunque está claro que algunas escenas se las tiene que saltar o pasar casi de
puntillas para no eternizas el film. Por todo ello, recomiendo leerse la novela
antes de ver la película y más después de la sensación que tuve al salir del
cine: quería volver a leer la novela.
No sé vosotros, pero yo pocas veces me leo una novela por segunda vez, aunque
existen casos.

Otro aspecto a reseñar es la sensación de
salir contento del cine. Hace meses que no salgo con esa sensación, con una
sonrisa de oreja a oreja, y no por lo que haga reir la película, es una sonrisa
de satisfacción, y más en días como los que estamos viviendo. Es necesario que
haya un producto en el mercado que lo consiga sacar una sonrisa.

Si tenéis miedo de ir a ver un pastelón
romanticón, no creo que tengáis que sufrir con La delicadeza. Sí, es una película romántica, pero no convencional.
Los directores aciertan en ponerle la justa medida de azúcar para llegar a la
escena final, para mí lo mejor de la película, donde deja al espectador con un,
tengo ganas de más. He leído, y lo
comparto, que un crítico experto decía de la película que: «La delicadeza comienza cuando acaba.» Al
igual que sucede en el libro, el final es semiconclusivo y hace volar la
imaginación del espectador.

Siempre tienen ventaja las películas cuyos
guiones se basan en buenas novelas. De ahí que no es de extrañar que La delicadeza sea imaginativa,
divertida, tierna, sugerente, un poco mágica, entrañable,… Por todo ello os la
quiero recomendar.

Y ah, hubiera sido mejor que se estrenara en
otoño. Es una película totalmente otoñal, por su contenido, por si luz, por sus
colores, por sus imágenes. Es de aquellas que te compras en DVD y que otoño sí,
otoño no, podrías ver.

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