Cerró los ojos durante unos segundos. Tan sólo sentía el nervioso latir de su corazón.
Los volvió a abrir. Seguía allí.
Los cerró de nuevo con más fuerza.
-Vete, vete, vete -susurró hasta en veinte ocasiones.
Y no exenta de miedo pudo comprobar que había desaparecido.
Esa era su rutina cada noche antes de acostarse.
Visited 1 times, 1 visit(s) today