Dibujo realizado por Andreu Romero

Hace meses Andreu Romero nos regaló, “Una jugosa utopía”, (al final podréis encontrar el enlace al relato). Desde el primer momento que lo leí supe que tenía que escribir algo sobre el tema y esa ha sido la fuente de inspiración de este relato, que como no, dedico a Andreu que últimamente no nos puede visitar (no por voluntad propia).

-¿Cuánto tiempo llevas aquí?

-He perdido la cuenta, pero lo que sí sé, es que no podré aguantar mucho más.

-Sabía que me habían informado bien.

-¿Informado? ¿Sobre qué?

-Sobre ti.

Los dos individuos se miraron fijamente sin mediar palabra durante casi un minuto.

-Vamos a dejarnos de rodeos. Te vengo a proponer una misión…

-¿Una misión?

-Déjame que te explique, por favor.

-Sí, ya, pero como has dicho una misión, creí que te referías a algo militar.

-En cierta manera.

-Pues te han informado mal. Yo tan sólo tengo la formación militar obligatoria. Por si no te han informado bien, nunca he disparado una pistola láser, lo hacían por mi.

-No es importante, y para tu información, ya lo sabía. ¿Puedo seguir?

-Sí, sí, por favor, me tienes intrigado, es lo mejor que me ha pasado en los últimos meses.

-¿Estarías dispuesto a viajar?

-Pues la verdad, no sé que decirte. Tengo ganas de salir de aquí, pero creo que la solución a mis problemas, los que me llevaron aquí, no está ahí fuera.

-¿Y aquí dentro si que están?

-No, pero como mínimo me mitigan los efectos de las crisis.

– Yurislav Disper, ¿quieres viajar al futuro?

-Eso si que sería un viaje –y se rió como tan sólo lo haría un loco.

Yurislav Disper no tenía ningún tipo de estudios, pero había oído hablar de la teoría de la viajes en el tiempo mediante el estudio de las probabilidades imperfectas, pero también había oído hablar de la imprecisiones de la probabilidad, saltos fallidos a realidades paralelas, aunque en el reportaje que vio se decía claramente que nunca se ha podido verificar tal cosa. Algunos de los científicos que allí daban la cara no creían que fuera posible viajar en el tiempo, ni con ese, ni con ningún otro método. “¡Es imposible!”, recordaba que dijo uno de ellos, y continuo con un, “la materia se destruiría por completa, incluso los átomos dejarían de serlo”.

-¿Estarías dispuesto a hacerlo? –insistió.

-No sé, ¿no existe riesgo?

-Sin riesgo no ahí premio.

-¿Y cual sería ese premio?

-Comida, comida de verdad. La solución a tu problema.

-¿No me estarás engañando?

-¿Por qué lo tendría que hacer?

-Para poder conseguir un conejillo de indias desesperado para vuestras investigaciones – hizo una pausa. –Sabes, leo los periódicos y veo los documentales del canal Pi.

-Te podemos hacer algunas demostraciones previas si lo deseas. Hemos enviado ratones al pasado.

-¿Y han vuelto?

-Todavía no le hemos podido enseñar a pulsar el dispositivo de vuelta. A ti te lo enseñaríamos.

Yurislav Disper se quedó pensativo durante unos segundos sospesando los pros y los contras. No tenía nada que perder en definitiva, peor no podía estar. ¿Y si fuera posible realizar ese viaje y poder comer algo que no fuera el insípido puré sintético? ¿Y si el viaje lo pudiera curar?

-Me olvidaba de una cosa. Serás miembro del Comité Central de la Real Asamblea del Gobierno Global como premio a tu audacia.

-Eso será si vuelvo.

-Claro, por supuesto. Confiamos plenamente en su vuelta y por eso se lo proponemos.

Yurislav Disper no podía decir que no. Sería llegar, comer, coger algunas muestras y volver para que los científicos pudieran hacer su trabajo.

CONTINUARÁ

Enlace al relato inspirador (vale la pena leerlo):

https://davidgomezhidalgo.com/2009/05/relato-una-jugosa-utopia.html

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